Hubo un tiempo, en el que solo pescadores de grandes tiburones habitaban estas costas, donde un cielo iluminado por millones de estrellas, era la postal de todas las madrugadas previas a adentrarse entre las olas del Atlántico.
Los viejos habitantes de Punta del Diablo, cuentan que hace muchos años, se construyó sobre la costa de piedra, una gran mansión sin que nadie supiera a quién pertenecía; algunos dicen que su propietaria era una millonaria que quiso que su identidad permaneciera en secreto durante todos estos años. Lo cierto es que el silencio se combinó perfectamente con la quietud de este bellísimo lugar, en el que se escuchan el viento, las olas y el canto de pájaros marinos.
La particular construcción, se llevó a cabo cuando este balneario aún no figuraba en los mapas del Uruguay, ni siquiera existían caminos consolidados para transportar todos los materiales requeridos. Sólo los pescadores más valientes y los grandes tiburones habitabaron un sitio, que resultaba inhóspito y hostil para cualquiera.
Hoy todo parece haber cambiado, porque si bien el alma del pueblo se mantiene, el turismo tomo un papel central, ya que año tras año, decenas de miles de personas, se acercan a ver de cerca este pequeño paraíso costero y sus mágicos rincones.
Retomando el mito de “La Viuda”, apenas algunos conocen la identidad de esta millonaria que, es una de las habitantes más antiguas del lugar. Distintas agencias de viaje y turismo organizan un recorrido por la ciudad, que culmina con la contemplación de esta exclusiva mansión, que además de ser imponente, posee un faro propio y una pista de aterrizaje privada.
Quien quiera saber la verdad de esta historia sólo tendrá que llegar hasta Punta del Diablo y buscar el secreto entre los habitantes más antiguos, aunque muchos optan por el “de eso no se habla” para que la leyenda continúe viva.